1.25.2013

[CNT Ensemad] La miseria que se esconde tras el recuento de personas sin hogar


Algunos compañeros/as del Sindicato de Enseñanza e Intervención Social junto con otros compañeros/as de la CNT de Madrid, decidimos participar en este encuentro. Pero... ¿Por qué vamos a participar nosotros/as en este tipo de eventos?

El recuento de personas sin hogar tiene dos caras bien distintas. Por un lado está la finalidad oficial, la de hacer estadísticas, presentar unos datos, que los políticos se echen rosas, seguir pasando absolutamente de las necesidades básicas de las personas en riesgo de exclusión social y mantener sus privilegios a costa de los demás; y por el otro lado, muy distinto, la realidad laboral de los/as trabajadores/as que desempeñan su labor profesional con este tipo de personas y el reflejo de las necesidades de este colectivo en materia de exclusión y autonomía. Por eso mismo, decidimos asistir a este evento, por un lado para desenmascarar la hipocresía de las instituciones del estado, y por otro lado, para escuchar y analizar la situación de los que no tienen voz, que son, como siempre, los/as trabajadores/as y la gente condicionada a estar en situación de exclusión.

Para ello, asistimos no de forma muy gustosa al acto oficial. En ese sarao que estaba patrocinado, entre otros, por: la Policía Municipal, este pobre colectivo tan precario y explotado por el Ayuntamiento de Madrid, y que, como todos sabemos, está tan preocupado por la pobreza y la exclusión que no dudan nunca en abusar de su autoridad, agredir, humillar, multar y encerrar por doquier por el cumplimiento del orden y de la seguridad de los políticos y los especuladores del capital.
 
Algunos asistentes a esta tan emocionante gala, aparte de los jefecillos de las ONGs varias, fue el señor Pedro Cabrera, profesor de Sociología en la Universidad Pontificia de Comillas (típico listo de los libros, tonto de la vida), el señor Darío Pérez, (odiado de manera legendaria por sus alumnos/as de la UCM, trabajadores/as del Samur Social y usuarios/as), una diputada de UPyD, la típica que no pinta nada, ni dice nada, pero sale en la foto para venderse como persona altruista y solidaria contra la exclusión para campañas electorales varias, y la señora chupóptera delegada de familia y asuntos sociales por el Ayuntamiento de Madrid, Dolores Navarro, la cual dio un discurso tan abrumador que entre bostezos y miradas perdidas, terminó con un flamante aplauso con nuestra mano dando palmadas en la mejilla. Por supuesto, ninguna de estas importantes personalidades fue a la calle a participar en el recuento, no vaya a ser que se les manche la ropa o escuchen palabras estridentes para sus delicados oídos.

Este acto estuvo impregnado de “cagadas” propias de políticos cutres, que ya no saben como hacer para mentir u ocultar datos, y que a nosotros/as nos dejan atónitos y no sabemos si reír o llorar por el ridículo que hacen. Una de ellas apareció en el dato estadístico de la actividad de los voluntarios asistentes al acto. Solo había trabajadores/as, estudiantes y jubilados/as. Aquí nos planteamos, sabiendo de antemano que un/a parado/a es una persona activa en situación de desempleo.... ¿Por qué ocultan a los/as parados/as que participan en los/as voluntariados/as? A lo mejor no hay interés por parte del Ayuntamiento de Madrid de reflejar la larga lista de personas en situación de desempleo que dan su tiempo a realizar voluntariados, ya que puede ser que en un recuento de ese tipo no merezca la pena recordar a los cientos de miles de personas que se encuentran al borde de la exclusión social al no tener medios para subsistir.

  Dentro del acto además nos encontramos con la idealización romántica del vagabundo, y nos trasmitieron la forma de autoridad benéfica que nos confieren estas élites de despacho de Universidad y de Iglesia, para sentirnos superiores y hacer las cosas por pena, y así sentirnos mejor con nosotros/as mismos/as, y dormir pensando en la obra benéfica que hemos realizado esa noche. Se nos dijo que esta gente es invisible para el ojo de cualquiera. ¿No será a lo mejor que la gente está cegada de lucecitas y escaparates repletos de objetos llenos de egoísmo y arrogancia? Entonces se nos aclaró que “en el fondo, son personas”. Menos mal, nosotros ya pensábamos que íbamos a lidiar con orcos, trolls y urujais sedientos de sangre, y resulta que en el fondo son personas. Pues no solo en el fondo, son personas en la forma. Son personas en pensamientos, en acción y en integridad. Personas que merecen el mismo respeto y el mismo trato que cualquiera de nosotros/as. Pero claro, como lo va a entender esto el señor Pedro Cabrera, la señora Dolores Navarro o el rector de cualquier universidad que quiera gestionar los estudios en esta materia, desde sus lujosos edificios y sus cómodos despachos, élites de renombre del mundo académico y político, alejados totalmente de la realidad social, acostumbrados a precarizar, humillar y despedir a sus empleados/as o a los/as becarios/as, o sentir de cerca la realidad que sufren los/as trabajadores/as inmersos/as en el drama social al que nos han arrojado esta cuadrilla de inútiles. ¿Podemos saber qué trabajo realmente productivo y útil realizan estas personas?

Aquí es cuando nos centramos en los/as trabajadores/as del sector de la Intervención Social en materia de personas sin hogar. Personas que pueden estar todo el día en la calle, que sufren la precariedad laboral, las externalizaciones, el recorte de presupuestos y “derivaciones” de un servicio a otro, además de la política del Ayuntamiento de tramitar RMI a cascoporro para mantener la exclusión. ¿Se puede lograr potenciar la autonomía de una persona sin que haya trabajo y subvencionando el alcohol y las drogas? La dependencia de la limosna de la administración, sin recursos ni proyectos de inserción reales, solo crea dependientes de la misma. Los/as trabajadores/as muchas veces ven como los Servicios Sociales no realizan una labor de integración para las personas en riesgo de exclusión, sino que solo sirven para que unos/as cuantos/as sigan viviendo del cuento, enchufados, cobrando bien y escribiendo libros, como es el caso del señor Darío Pérez, jefe del departamento de Samur Social, Personas sin Hogar e Inserción Social del Ayuntamiento, mientras que las personas en exclusión se mantienen en un círculo vicioso del cual les es imposible escapar. De esta manera, ven que la labor que realizan solo vale para mantener un servicio del cual están viviendo unos pocos parásitos, en vez de crear programas y proyectos que potencien la autonomía de cualquier individuo que ha sido arrojado al vacío de la miseria y la exclusión.

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