2.17.2012

La AIT federalista fue asesinada por los colaboracionistas con el reformismo

La “primera” Asociación Internacional de Trabajadores fue fundada en 1864 a través de la iniciativa de los propios trabajadores pero también con alguna participación de “políticos”. Organizativamente, fue construida como una asociación de sindicatos obreros. Según sus estatutos no había centralismo. Los trabajadores de la misma profesión o área formaban una sección, todas las secciones de un país formaban una federación, y cada federación nacional enviaba delegados al Consejo General. Este Consejo era un órgano puramente coordinador, no podía emitir decretos, instrucciones, etc. Estaba para analizar conflictos y malentendidos entre las secciones. Todas las secciones y federaciones mantenían su autonomía. El órgano supremo de la AIT era el congreso anual de delegados de las secciones y federaciones, y solamente éste podía discutir todas las materias relativas a la asociación y al movimiento obrero internacional, podía elegir el Consejo, alterar o modificar la carta, etc.

La AIT estaba dividida entre los partidarios de la primacía de la acción política para lograr el poder político (partidarios de Marx, los sucesivos socialdemócratas, blanquistas, etc.) y sus oponentes (incluyendo a los anarquistas). Las contradicciones entre ellos fueron incrementándose y eventualmente terminaron en abierto conflicto. A principios de los años 1870, los partidarios de Marx intentaron capturar la Internacional. Teniendo el Consejo General bajo su control, convocaron una conferencia de la AIT en Londres y manipularon la representación de las secciones. La mayoría construida renunció a las normas federalistas anteriores y adoptó los cambios organizativos centralistas con poder decisivo para el Consejo General. Simultáneamente, se tomó la resolución de que eran necesarias la lucha política por el poder y la fundación de partidos políticos.

La escisión de la “primera”AIT

Estas decisiones fueron rechazadas por la mayoría de las secciones suizas, españolas, italianas, belgas y francesas. La Federación del Jura adoptó una constitución anti-autoritaria y retó la decisión sobre las nuevas prerrogativas del Consejo General como “jerárquicas y autoritarias”. Las secciones suizas, italianas y españolas insistieron en celebrar el siguiente congreso en Suiza, donde era más fácil asistir a la mayoría de los delegados. Pero Marx y sus partidarios del Consejo General insistieron en la organización del congreso en La Haya en 1872. Las secciones italianas protestaron y convocaron un congreso global anti-autoritario en Neuchatel. Pero Marx hizo todo lo posible para asegurar una composición provechosa del Congreso. Así que intentó ponerse de acuerdo con los blanquistas, prometiéndoles puestos en el Consejo General. Los blanquistas representaban a la mayoría de los refugiados franceses organizados miembros de la AIT. El ala anti-autoritaria de las secciones francesas fue derrotada junto con la Comuna de París, en la que jugó un papel crucial. Además, Marx invitó al Congreso a todos sus amigos a título de mandatados por las secciones leales. La mayoría manipulada y artificial de La Haya confirmó las decisiones de Londres y declaró a Bakunin expulsado de la Internacional.

Las decisiones del Congreso de La Haya provocaron un ultraje, no solamente entre las secciones y partidarios de Bakunin en Suiza, sino también entre las secciones francesas, italianas, belgas y españolas. La Federación del Jura se convirtió en el centro del descontento y, en torno a ésta se formó una ideología libertaria, llamaron a un sistema socioeconómico de administración liberado de cualquier autoridad, centralización y estado.

Congreso de Saint Imier y la fundación de la AIT federalista

La Federación del Jura organizó un Congreso extraordinario de la AIT en St. Imier en septiembre de 1872. Asistieron los delegados de las federaciones italiana y española, de algunas francesas y dos americanas. El Congreso reconoció las actividades del Congreso de La Haya como ilegales y acusó al Consejo General de abuso de autoridad. Se firmó el Tratado de Amistad y Solidaridad entre federaciones y grupos anti-autoritarios. Dijo que la unidad debe basarse, no en una organización artificial, con autoridades centrales, sino en la identidad de los intereses de los proletarios de los diferentes países y en la unión voluntaria de federaciones. Las federaciones participantes prometieron ayudarse entre sí sin vínculos directos con autoridad central alguna, y apoyarse entre sí en la lucha contra cualesquiera invasiones a los derechos de cada uno. El Congreso rechazó la lucha por el poder político porque “cualquier organización política no puede sino ser una organización de poder a favor de una clase particular y en detrimento de las masas del proletariado y, por lo tanto, el proletariado, si quiere tomar el poder político, inevitablemente se habrá convertido en una clase dominante y explotadora”. El Congreso declaró que la meta de la Internacional era “la destrucción de todo poder político a través de una huelga general” porque la “destrucción de todo poder político es la primera obligación del proletariado”, y cualquier gobierno “revolucionario” es no menos peligroso para éste que el gobierno titular.

En otoño de 1872, en España, Bélgica y Gran Bretaña, se celebraron las conferencias de las secciones. La mayoría de los delegados también hablaron contra las manipulaciones del Consejo General y a favor de una alianza con la Federación del Jura. En respuesta, el Consejo General decidió el 30 de mayo de 1873, excluir a todas las federaciones, secciones e individuos que rechazaran la decisión de La Haya, esto es, en primer lugar, a los miembros de St. Imier así como a las federaciones belga y holandesa.

Hubo una escisión de la AIT en dos organizaciones diferentes. La organización centralista, que estaba a favor de Marx, consistía al principio sobre todo en secciones alemanas, austriacas, danesas, holandesas, parte de las americanas y una minoría de británicas. La Internacional de Marx se exilió a los EEUU y después dejó de existir. Los partidos nacionales socialdemócratas emergieron pronto en su lugar.

El desarrollo de la AIT federalista

No obstante, la AIT federalista floreció inicialmente. Incluía las secciones suizas, belgas, españolas, italianas, algunas americanas, británicas y holandesas.

En septiembre de 1873, el 6º Congreso de la AIT fue convocado en Ginebra, a iniciativa de la Federación del Jura. Asistieron delegados de 7 federaciones nacionales (Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suiza, España, Italia y Francia) y el Congreso revisó los estatutos de la Internacional, anunció la autonomía total de las secciones, eliminó el Consejo General como órgano y lo sustituyó por un Buró sin ningún tipo de poder ejecutivo y solamente con funciones de coordinación técnica. La función del Buró fue transferida a una de las federaciones. El Congreso pronunció a favor de una huelga general, que “no es otra cosa sino la revolución social” y urgió a los trabajadores a unirse en sindicatos internacionales, capaces de organizar una huelga en su profesión.

El 7º Congreso de la AIT tuvo lugar en septiembre de 1874 en Bruselas. En aquel tiempo, la federación italiana, siguiendo las recomendaciones de Bakunin, comenzó a organizar revueltas populares. En contraste, los belgas bajo Cesar de Paepe comenzaron a evolucionar gradualmente hacia un acercamiento a la socialdemocracia, lo que subsiguientemente condujo al colapso de la AIT.

Los delegados al Congreso de Bruselas fueron enviados por las secciones españolas, suizas, belgas, italianas y algunas alemanas y francesas. El más importante de los temas que se discutieron fue la cuestión sobre la “organización de los servicios públicos en la sociedad futura”. Se presentaron dos proyectos diferentes: por parte de la federación belga (De Paepe) y de la sección de Ginebra. Ambas proposiciones eran idénticas en las ideas básicas: el centro de la vida social en la sociedad futura debería ser una comuna libre en vez de un estado centralizado. De Paepe, sin embargo, ofrecía preservar la unidad del estado como órgano a cargo de los trabajos colectivos de significación mayor y general, aunque la mayoría de las decisiones debería tomarse desde la base, de forma descentralizada.

El Congreso llamó a la eliminación del estado, pero la resolución fue controvertida: cada federación o partido de cada país puede decidir qué acción política puede ser necesaria o útil a la revolución social. Era un compromiso obvio con la federación belga que se hizo más reformista. En contraste, la federación italiana estaba a favor de la acción directa. El siguiente Congreso de 1875 en Barcelona no tuvo lugar debido a la represión en España.

La AIT federalista se desarrolló de forma desigual. La sección española floreció, pero los intentos de extender la Internacional a otros países fracasaron. La escalada de represión forzó a buscar nuevas vías tácticas. Las diferencias entre los anarquistas y los colectivistas belgas se intensificaron. Los sindicalistas británicos y algunas otras secciones se separaron de la AIT.

El 8º Congreso de la Internacional tuvo lugar en Berna en octubre de 1876. Asistieron los delegados de Bélgica, España, Holanda, Italia y Suiza, los franceses indirectamente involucrados. Las reuniones fueron acompañadas por las diferencias entre los partidarios de la acción de masas y la “propaganda por la acción”. De Paepe dijo que la AIT ya no existía. Propuso organizar un congreso mundial para la unificación socialista de todas las antiguas secciones de la AIT, independientemente de sus programas, tácticas y posiciones. Esta propuesta, desafortunadamente, fue aceptada.

El deseo de un acuerdo con los reformistas mató a la AIT

El 9º Congreso de la AIT en Verviers en 1877 reunió a once delegaciones de Bélgica, Francia, Italia, Rusia, Suiza e indirectamente de Grecia, Egipto y Uruguay. Se adoptaron algunas resoluciones sobre la socialización de la propiedad, la eliminación del trabajo asalariado y un pacto de solidaridad. Los representantes de la federación de Italia, Francia, Alemania, Suiza, Egipto y Grecia solo pudieron estar de acuerdo en condenar la tendencia a concordar con los partidarios de los partidos políticos porque “todos los partidos forman una masa reaccionaria; es necesario combatirlos a todos”. Por tanto, no pudo haber acuerdo con los 35 delegados de los marxistas y socialistas autoritarios que se reunieron a los pocos días en Gante en un “Congreso Socialista Mundial”. Los delegados del Congreso de Verviers asistieron pero estaban en minoría. La mayoría de los asistentes eran socialistas, estatistas y forzaron una resolución sobre la lucha política y la formación de partidos políticos del proletariado. La federación belga y la holandesa abandonaron la AIT y se unieron a la Socialdemocracia. De ahí en adelante, el camino de los socialistas autoritarios (socialdemócratas) y el de los anarquistas, se separaron para siempre.

Todos los nuevos intentos de revivir a la AIT fracasaron hasta 1922. Algunos fueron arruinados por el  enfoque de los anarquistas en la “propaganda por la acción”, una forma de insurrección de una minoría que aislaba a los anarquistas de las masas trabajadoras (Congreso de Londres, 1881). Otros conatos fracasaron debido a los nuevos intentos de reconciliarse con los reformistas. En 1896 los anarquistas fueron expulsados del Congreso de la 2ª Internacional. Solamente una crisis clara y visible del reformismo de la socialdemocracia, y el nacimiento de nuevo movimiento obrero de sindicalismo revolucionario basado en la acción directa extra-parlamentaria, podía revivir la idea de la asociación internacional de los trabajadores anti-autoritarios. En 1907, se celebró el Congreso Internacional Anarquista, y en 1913, la Conferencia Internacional de Sindicalistas Revolucionarios. La continuación de este proceso fue interrumpida por la guerra, pero después volvió a retomarse. Durante un tiempo parecía que los bolcheviques rusos rompían con el estatismo de la socialdemocracia, y la perspectiva de una reunificación imaginaria de anarquistas, sindicalistas y marxistas revolucionarios brillaba en el horizonte. Una serie de anarquistas y sindicalistas incluso se unieron al Comitern, y después discutieron la posibilidad de unirse a la Internacional Sindical Roja. Pero muy rápidamente quedó claro que los bolcheviques eran tan estatistas como los socialdemócratas, si no peores, que oprimían los movimientos independientes de trabajadores y campesinos y buscaban subyugar las organizaciones obreras de todo el mundo a sus partidos. Después de esto, la ruptura con ellos era inevitable. En diciembre de 1922, el Congreso de Sindicatos Obreros Anarco-Sindicalistas de Berlín decidió recrear la Primera Internacional, la actual AIT. Desde entonces existe de nuevo y ha pasado por juicios muy severos.

Vadim Damier

www.iwa-ait.org

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