La “primera” Asociación Internacional de Trabajadores fue fundada en
1864 a través de la iniciativa de los propios trabajadores pero también
con alguna participación de “políticos”. Organizativamente, fue
construida como una asociación de sindicatos obreros. Según sus
estatutos no había centralismo. Los trabajadores de la misma profesión o
área formaban una sección, todas las secciones de un país formaban una
federación, y cada federación nacional enviaba delegados al Consejo
General. Este Consejo era un órgano puramente coordinador, no podía
emitir decretos, instrucciones, etc. Estaba para analizar conflictos y
malentendidos entre las secciones. Todas las secciones y federaciones
mantenían su autonomía. El órgano supremo de la AIT era el congreso
anual de delegados de las secciones y federaciones, y solamente éste
podía discutir todas las materias relativas a la asociación y al
movimiento obrero internacional, podía elegir el Consejo, alterar o
modificar la carta, etc.
La AIT estaba dividida entre los
partidarios de la primacía de la acción política para lograr el poder
político (partidarios de Marx, los sucesivos socialdemócratas,
blanquistas, etc.) y sus oponentes (incluyendo a los anarquistas). Las
contradicciones entre ellos fueron incrementándose y eventualmente
terminaron en abierto conflicto. A principios de los años 1870, los
partidarios de Marx intentaron capturar la Internacional. Teniendo el
Consejo General bajo su control, convocaron una conferencia de la AIT en
Londres y manipularon la representación de las secciones. La mayoría
construida renunció a las normas federalistas anteriores y adoptó los
cambios organizativos centralistas con poder decisivo para el Consejo
General. Simultáneamente, se tomó la resolución de que eran necesarias
la lucha política por el poder y la fundación de partidos políticos.
La escisión de la “primera”AIT
Estas
decisiones fueron rechazadas por la mayoría de las secciones suizas,
españolas, italianas, belgas y francesas. La Federación del Jura adoptó
una constitución anti-autoritaria y retó la decisión sobre las nuevas
prerrogativas del Consejo General como “jerárquicas y autoritarias”. Las
secciones suizas, italianas y españolas insistieron en celebrar el
siguiente congreso en Suiza, donde era más fácil asistir a la mayoría de
los delegados. Pero Marx y sus partidarios del Consejo General
insistieron en la organización del congreso en La Haya en 1872. Las
secciones italianas protestaron y convocaron un congreso global
anti-autoritario en Neuchatel. Pero Marx hizo todo lo posible para
asegurar una composición provechosa del Congreso. Así que intentó
ponerse de acuerdo con los blanquistas, prometiéndoles puestos en el
Consejo General. Los blanquistas representaban a la mayoría de los
refugiados franceses organizados miembros de la AIT. El ala
anti-autoritaria de las secciones francesas fue derrotada junto con la
Comuna de París, en la que jugó un papel crucial. Además, Marx invitó al
Congreso a todos sus amigos a título de mandatados por las secciones
leales. La mayoría manipulada y artificial de La Haya confirmó las
decisiones de Londres y declaró a Bakunin expulsado de la Internacional.
Las
decisiones del Congreso de La Haya provocaron un ultraje, no solamente
entre las secciones y partidarios de Bakunin en Suiza, sino también
entre las secciones francesas, italianas, belgas y españolas. La
Federación del Jura se convirtió en el centro del descontento y, en
torno a ésta se formó una ideología libertaria, llamaron a un sistema
socioeconómico de administración liberado de cualquier autoridad,
centralización y estado.
Congreso de Saint Imier y la fundación de la AIT federalista
La
Federación del Jura organizó un Congreso extraordinario de la AIT en
St. Imier en septiembre de 1872. Asistieron los delegados de las
federaciones italiana y española, de algunas francesas y dos americanas.
El Congreso reconoció las actividades del Congreso de La Haya como
ilegales y acusó al Consejo General de abuso de autoridad. Se firmó el
Tratado de Amistad y Solidaridad entre federaciones y grupos
anti-autoritarios. Dijo que la unidad debe basarse, no en una
organización artificial, con autoridades centrales, sino en la identidad
de los intereses de los proletarios de los diferentes países y en la
unión voluntaria de federaciones. Las federaciones participantes
prometieron ayudarse entre sí sin vínculos directos con autoridad
central alguna, y apoyarse entre sí en la lucha contra cualesquiera
invasiones a los derechos de cada uno. El Congreso rechazó la lucha por
el poder político porque “cualquier organización política no puede sino
ser una organización de poder a favor de una clase particular y en
detrimento de las masas del proletariado y, por lo tanto, el
proletariado, si quiere tomar el poder político, inevitablemente se
habrá convertido en una clase dominante y explotadora”. El Congreso
declaró que la meta de la Internacional era “la destrucción de todo
poder político a través de una huelga general” porque la “destrucción de
todo poder político es la primera obligación del proletariado”, y
cualquier gobierno “revolucionario” es no menos peligroso para éste que
el gobierno titular.
En otoño de 1872, en España, Bélgica y Gran
Bretaña, se celebraron las conferencias de las secciones. La mayoría de
los delegados también hablaron contra las manipulaciones del Consejo
General y a favor de una alianza con la Federación del Jura. En
respuesta, el Consejo General decidió el 30 de mayo de 1873, excluir a
todas las federaciones, secciones e individuos que rechazaran la
decisión de La Haya, esto es, en primer lugar, a los miembros de St.
Imier así como a las federaciones belga y holandesa.
Hubo una
escisión de la AIT en dos organizaciones diferentes. La organización
centralista, que estaba a favor de Marx, consistía al principio sobre
todo en secciones alemanas, austriacas, danesas, holandesas, parte de
las americanas y una minoría de británicas. La Internacional de Marx se
exilió a los EEUU y después dejó de existir. Los partidos nacionales
socialdemócratas emergieron pronto en su lugar.
El desarrollo de la AIT federalista
No
obstante, la AIT federalista floreció inicialmente. Incluía las
secciones suizas, belgas, españolas, italianas, algunas americanas,
británicas y holandesas.
En septiembre de 1873, el 6º Congreso de
la AIT fue convocado en Ginebra, a iniciativa de la Federación del
Jura. Asistieron delegados de 7 federaciones nacionales (Inglaterra,
Bélgica, Holanda, Suiza, España, Italia y Francia) y el Congreso revisó
los estatutos de la Internacional, anunció la autonomía total de las
secciones, eliminó el Consejo General como órgano y lo sustituyó por un
Buró sin ningún tipo de poder ejecutivo y solamente con funciones de
coordinación técnica. La función del Buró fue transferida a una de las
federaciones. El Congreso pronunció a favor de una huelga general, que
“no es otra cosa sino la revolución social” y urgió a los trabajadores a
unirse en sindicatos internacionales, capaces de organizar una huelga
en su profesión.
El 7º Congreso de la AIT tuvo lugar en
septiembre de 1874 en Bruselas. En aquel tiempo, la federación italiana,
siguiendo las recomendaciones de Bakunin, comenzó a organizar revueltas
populares. En contraste, los belgas bajo Cesar de Paepe comenzaron a
evolucionar gradualmente hacia un acercamiento a la socialdemocracia, lo
que subsiguientemente condujo al colapso de la AIT.
Los
delegados al Congreso de Bruselas fueron enviados por las secciones
españolas, suizas, belgas, italianas y algunas alemanas y francesas. El
más importante de los temas que se discutieron fue la cuestión sobre la
“organización de los servicios públicos en la sociedad futura”. Se
presentaron dos proyectos diferentes: por parte de la federación belga
(De Paepe) y de la sección de Ginebra. Ambas proposiciones eran
idénticas en las ideas básicas: el centro de la vida social en la
sociedad futura debería ser una comuna libre en vez de un estado
centralizado. De Paepe, sin embargo, ofrecía preservar la unidad del
estado como órgano a cargo de los trabajos colectivos de significación
mayor y general, aunque la mayoría de las decisiones debería tomarse
desde la base, de forma descentralizada.
El Congreso llamó a la
eliminación del estado, pero la resolución fue controvertida: cada
federación o partido de cada país puede decidir qué acción política
puede ser necesaria o útil a la revolución social. Era un compromiso
obvio con la federación belga que se hizo más reformista. En contraste,
la federación italiana estaba a favor de la acción directa. El siguiente
Congreso de 1875 en Barcelona no tuvo lugar debido a la represión en
España.
La AIT federalista se desarrolló de forma desigual. La
sección española floreció, pero los intentos de extender la
Internacional a otros países fracasaron. La escalada de represión forzó a
buscar nuevas vías tácticas. Las diferencias entre los anarquistas y
los colectivistas belgas se intensificaron. Los sindicalistas británicos
y algunas otras secciones se separaron de la AIT.
El 8º Congreso
de la Internacional tuvo lugar en Berna en octubre de 1876. Asistieron
los delegados de Bélgica, España, Holanda, Italia y Suiza, los franceses
indirectamente involucrados. Las reuniones fueron acompañadas por las
diferencias entre los partidarios de la acción de masas y la “propaganda
por la acción”. De Paepe dijo que la AIT ya no existía. Propuso
organizar un congreso mundial para la unificación socialista de todas
las antiguas secciones de la AIT, independientemente de sus programas,
tácticas y posiciones. Esta propuesta, desafortunadamente, fue aceptada.
El deseo de un acuerdo con los reformistas mató a la AIT
El
9º Congreso de la AIT en Verviers en 1877 reunió a once delegaciones de
Bélgica, Francia, Italia, Rusia, Suiza e indirectamente de Grecia,
Egipto y Uruguay. Se adoptaron algunas resoluciones sobre la
socialización de la propiedad, la eliminación del trabajo asalariado y
un pacto de solidaridad. Los representantes de la federación de Italia,
Francia, Alemania, Suiza, Egipto y Grecia solo pudieron estar de acuerdo
en condenar la tendencia a concordar con los partidarios de los
partidos políticos porque “todos los partidos forman una masa
reaccionaria; es necesario combatirlos a todos”. Por tanto, no pudo
haber acuerdo con los 35 delegados de los marxistas y socialistas
autoritarios que se reunieron a los pocos días en Gante en un “Congreso
Socialista Mundial”. Los delegados del Congreso de Verviers asistieron
pero estaban en minoría. La mayoría de los asistentes eran socialistas,
estatistas y forzaron una resolución sobre la lucha política y la
formación de partidos políticos del proletariado. La federación belga y
la holandesa abandonaron la AIT y se unieron a la Socialdemocracia. De
ahí en adelante, el camino de los socialistas autoritarios
(socialdemócratas) y el de los anarquistas, se separaron para siempre.
Todos
los nuevos intentos de revivir a la AIT fracasaron hasta 1922. Algunos
fueron arruinados por el enfoque de los anarquistas en la “propaganda
por la acción”, una forma de insurrección de una minoría que aislaba a
los anarquistas de las masas trabajadoras (Congreso de Londres, 1881).
Otros conatos fracasaron debido a los nuevos intentos de reconciliarse
con los reformistas. En 1896 los anarquistas fueron expulsados del
Congreso de la 2ª Internacional. Solamente una crisis clara y visible
del reformismo de la socialdemocracia, y el nacimiento de nuevo
movimiento obrero de sindicalismo revolucionario basado en la acción
directa extra-parlamentaria, podía revivir la idea de la asociación
internacional de los trabajadores anti-autoritarios. En 1907, se celebró
el Congreso Internacional Anarquista, y en 1913, la Conferencia
Internacional de Sindicalistas Revolucionarios. La continuación de este
proceso fue interrumpida por la guerra, pero después volvió a retomarse.
Durante un tiempo parecía que los bolcheviques rusos rompían con el
estatismo de la socialdemocracia, y la perspectiva de una reunificación
imaginaria de anarquistas, sindicalistas y marxistas revolucionarios
brillaba en el horizonte. Una serie de anarquistas y sindicalistas
incluso se unieron al Comitern, y después discutieron la posibilidad de
unirse a la Internacional Sindical Roja. Pero muy rápidamente quedó
claro que los bolcheviques eran tan estatistas como los
socialdemócratas, si no peores, que oprimían los movimientos
independientes de trabajadores y campesinos y buscaban subyugar las
organizaciones obreras de todo el mundo a sus partidos. Después de esto,
la ruptura con ellos era inevitable. En diciembre de 1922, el Congreso
de Sindicatos Obreros Anarco-Sindicalistas de Berlín decidió recrear la
Primera Internacional, la actual AIT. Desde entonces existe de nuevo y
ha pasado por juicios muy severos.
Vadim Damier
www.iwa-ait.org
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