Hoy se cumple el 75 aniversario de la muerte del héroe del pueblo
Buenaventura Durruti. Un hombre de acción con un carisma arrollador y
extraordinario.
Ferrán Aisa / Periódico cnt
La filosofía de Marx proponía el principio del orden y de la
creación, mientras que Bakunin era partidario del caos y la rebelión.
Rimbaud, por su parte, consideraba que para transformar el mundo primero
había que cambiar la vida. El mundo de las vanguardias y de los
movimientos obreros revolucionarios, que siguieron estos parámetros
filosóficos, iniciaron el camino hacia la emancipación social.
Buenaventura Durruti era un hombre de acción, su lucha era
emancipadora, su carisma anarquista imponía respeto… Durruti hacía de su
acción y de su lucha poesía pura, como quedó patente en la entrevista
que le hizo el periodista Van Passen para el periódico canadiense
Toronto Star, donde sus palabras se alzan con una gran sensibilidad
poética: "Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar
nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en
la última fase de su historia. Pero –le repito- a nosotros no nos dan
miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones
–dijo murmurando, ásperamente. Y luego agregó: -Ese mundo está creciendo
en este instante."
Las palabras de Durruti eran poesía revolucionaria en acción, una
poesía destinada a cambiar la vida y a transformar el mundo. Pero el 20
de noviembre de 1936 Durruti topó con la parca en la Ciudad
Universitaria de Madrid, por tanto ahora se cumple 75 años de su muerte.
Durruti murió de un disparo en pecho. Un disparo que todavía hoy se
desconoce el fusil de donde salió la bala... Se ha hablado mucho de las
sietes muertes de Durruti..., pero tal vez la muerte se produjo
accidentalmente por la bala que salió de su propio naranjero. La muerte
de Durruti, como el Aquiles de la tragedia griega, amplió aún más su
condición de héroe. Durruti fue el héroe libertario por excelencia.
Durruti fue ensalzado y convertido en leyenda por los milicianos de las
columnas confederales que luchaban en el frente contra el fascismo y por
los militantes anarcosindicalistas que, en la retaguardia, habían
comenzado a construir la nueva sociedad bajo el prisma de la autogestión
libertaria. El cuerpo sin vida de Durruti fue trasladado de Madrid a
Barcelona y expuesto en el vestíbulo de la Casa CNT-FAI, en la Via
Laietana que, aquel mismo día, se llamó Durruti. Su féretro fue cubierto
con una bandera roja y negra… Su muerte generó muchas alabanzas, pero
una gran parte de ellas eran falsas, pues muy pronto traicionaron las
aspiraciones revolucionarias de Durruti.
La manifestación que generó su sepelio fue impresionante, pues cerca
de un millón de personas ocuparon todas las arterias urbanas por donde
pasó la comitiva camino del cementerio de Montjuïc. A la cabeza de la
manifestación todas las bandera antifascistas habrían paso a los
responsables políticos, sindicales y militares, entre ellos, Companys,
Comorera, García Sandino, Pi i Sunyer, Garcia Oliver, Montseny, Peiró,
Marianet, Puig Elias, Nin y, entre otros, el cónsul de la URSS Ovseenko.
Todos los sindicatos de la CNT, las agrupaciones de la FAI, comités de
las JJ. LL. y de las Mujeres Libres seguían la comitiva y detrás de
ellos miles y miles de trabajadores. También se manifestaban con dolor y
rabia clamando en sus pancartas de "venganza" los milicianos de la
Columna Durruti, En definitiva, todo el pueblo se había echado a la
calle para acompañar a Durruti en su último camino… Era la última
manifestación unitaria del pueblo trabajador y antifascista, pronto se
pondría en juicio la revolución y se iniciaría la lucha fratricida, y la
contrarrevolución acabaría con las esperanzas emancipadoras del pueblo
trabajador. Y los anhelos de transformación social se convertirían en
historia… Aquel día gris y lluvioso de noviembre la manifestación
popular que transcurría por la calles de Barcelona era rota tan solo por
el trotar de los caballos de los milicianos de la FAI, del POUM y de la
guardia urbana que rendían honores al luchador anarquista. Los
motoristas de las patrullas de control habrían el paso… Entre la inmensa
gente que acompañaba los restos de Durruti, dos bandas de música, a
distinto ritmo, interpretaban Hijos del Pueblo. Durruti fue enterrado el
día siguiente. El entierro fue una metáfora una especie de canto del
cisne que auguraba que con Durruti se enterraba la revolución española.
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